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1. Spooky

Era una noche oscura, Susanki compartía la cama con siete peluches, dos muñecas, su oso Babú y un dinosaurio llamado Trex. Aunque había sido un día muy emocionante en el colegio, le gustaba leer en la cama antes de dormir. Estaba leyendo uno de sus libros favoritos en los que enseñaban trucos para ser una super espía. Susanski ya sabía mucho sobre el tema, pero no estaba demás conocer trucos nuevos. A la mañana siguiente, durante el recreo se los contaría a sus amigos Coqui y Peri. De repente, se oyó un ruido que venía del armario.

—¿Qué es eso? —preguntó Babú medio dormido.

—No lo sé —dijo Susanski—, voy a investigar.

—¡No vayas! Tengo miedo —exclamó Trex el dinosaurio sin dejar de tiritar.

—Yo no tengo miedo.

Dicho eso, la niña se dirigió al armario y cuando abrió la puerta de golpe, vio a un monstruo de armario muy triste.

—¿Quién eres y por qué revuelves mi ropa? —preguntó enfadada.

—¡He perdido mis gafas! —explicó Spooky, que así se llamaba el monstruo.

—¿Dónde las viste por última vez? —preguntó Susanski. Sabía perfectamente cómo actuar porque en realidad, por las noches, se convertía en una super espía.

—Al lado de unos zapatos rosas —contestó Spooky mientras trataba de no llorar.

Susanski no tardó en encontrar las gafas. Conocía su armario a la perfección, era uno de sus lugares favoritos para esconderse.

—Estaban dentro de los zapatos por eso no podías verlas —explicó.

Spooky se alegró y cuando recordó que había ido a su armario a asustarla, se volvió a entristecer.

—¿Qué hace un monstruo de armario dentro del mío? —Ella conocía muchos tipos de monstruos y lo identificó enseguida.

—He venido a asustarte.

—¡Lo sabía! —gritó Trex con la cabeza metida debajo de la almohada.

—¡Qué morro! ¡Te he ayudado a encontrar tus gafas! —Susanski se cruzó de brazos. Estaba muy indignada.

—Lo sé, pero si no llevo una foto como prueba, mi profesora de sustos me va a regañar.

Susanski no quería que Spooky tuviera problemas en su colegio. Ella siempre hacía los deberes todas las tardes y sabía lo importante que era. Tras pensar durante mucho rato, dijo.

—¿Solo tienes que llevar fotos? —preguntó la niña pensativa.

—Sí, nos ha pedido cinco.

—¡He tenido una idea! Nosotros ponemos caras de estar muy asustados y tú nos haces las fotos que necesites.

—Sería genial —contestó Spooky.

Así lo hicieron. Susanski y sus amigos pusieron sus mejores caras de miedo mientras Spooky hacía fotos a todos ellos. El que mejor salió fue Trex, pero porque estaba asustado de verdad. Se lo pasaron muy bien y aunque Trex no estaba muy convencido, aún tenía miedo al monstruo de armario. Antes que amaneciera, Spooky se fue a su clase con los deberes hechos.


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